lunes, 7 de septiembre de 2009

ARTE DESDE EL CERRO



El trabajo de don Mario se encuentra entre las dos primeras categorías del trabajo, la cooperación simple y la manufactura, dado a que la fuente de energía principal es la fuerza humana, es artesanal, transforma objetos naturales y utiliza herramientas rudimentarias (un torno, planchas de madera, etc.), pero don Mario está presente en todo el proceso, desde que llega la greda del cerro, como se trabaja, se deja reposar, se humedece, se mezcla, se moldea y se cuece, don Mario sabe muy bien como hacer cada una de estas tareas.

Don Mario trabaja hace 40 años en greda, a los 6 años comenzó puliendo con piedras artesanías ya terminadas, y se sintió interesado por aprender el oficio de artesano, por lo que se dedicó a mirar a otros realizar el trabajo y a los 14 años entró completamente al mundo de la alfarería, donde se ha ido perfeccionando en su labor.

De su familia no habla mucho, nació en San Antonio, y un amigo del socio de su padre lo llevo a Pomaire donde aprendió su oficio. Cuando le preguntamos si hubiera querido aprender otra cosa nos responde que no, que es feliz haciendo lo que hace y que además le ha enseñado a 7 personas más su oficio, y que francamente no se ve en otra cosa.


En el taller donde trabaja, está contratado por una señora que le dice lo que tiene que hacer, y que durante el día trabaja poco, que vive en una pieza aledaña al taller con los otros trabajadores del este. Cuenta para realizar su trabajo con maquinaria que lo ayuda a preparar la greda, desde que es sacada del cerro hasta en su cocido, la maquina que prepara la greda para poderla trabajar le da miedo, nos dice que supo de un artesano que perdió parte de los dedos al quedar su mano atrapada entre los rodillos de la maquina, por lo que ese trabajo lo realizan otros, aunque personalmente no ha tenido ningún tipo de accidente.

Siguiendo con el recorrido por el taller nos cuenta que tubo un estudiante que duró como 3 años, que le enseñó su oficio y que de un día para otro desapareció, dejando dinero y alfarería en el taller, lo que le extraña hasta el día de hoy, 6 años después de perder contacto con él.

Ahí nos comenta que su amor por su trabajo va más allá de lo económico, que no le gusta repetir modelos de otras personas, que le gusta poner de su creatividad en el proceso, innovar e ir cambiando técnicas en el proceso de hacer artesanías en grande, y que en suma a eso, le gusta enseñar su oficio, se nota felicidad en como nos muestra como trabaja, las calidades de la greda, sus herramientas y maquinas, que se siente cómodo trabajando allí y que actualmente tiene un socio llamado Esteban, con el que trabaja durante el día.

Cuando le hablamos del tiempo dedicado a trabajar, y de cómo influye en la destreza en la elaboración de artesanías nos comenta que al principio todos sus estudiantes parten apurados, que quieren aprender a usar el torno rápidamente, por que es lo que se ve, pero que la greda hay que trabajarla estando en contacto con el material, y nos hace pensar que para él, su trabajo es más que un simple empleo, es una herramienta que utiliza don Mario para el cultivo de su propia existencia, ya sea enseñando a otros su oficio, o simplemente elaborando y reinventando lo que hace.

Durante la entrevista don Mario no dejó de trabajar, avanzaba mostrando el taller y relatando que hacía en cada lugar, y fue en una pieza donde tenía las planchas y maceteros que tenía esperando para cocer, que pudimos observar la dedicación que le ponía a su labor, espolvoreando una plancha de greda fresca con polvillo, de modo muy similar a lo que se hace en la fabricación de pan o una pizza con la harina en la mesa, denotando que el trabajar la greda es un arte en si mismo y que requiere tiempo para perfeccionarse, cultivar el propio sentido que se le dará a lo que se crea, y es así como nos lo hace ver don Mario.

Don Mario tiene una jornada laboral poco, si no nulamente estructurada, él decide que hacer, y trabaja también a pedido por la señora que lo tiene contratado y nos cuenta que su trabajo no lo aburre, inclusive en los meses donde la actividad en Pomaire baja, por que vende a Santiago directamente, y que mantiene un ritmo de producción que lo acomoda, además de no gustarle el manejo turístico que se hace de Pomaire, por lo que no vende a los comerciantes que están a la entrada del pueblo, por que hacen de su trabajo un negocio y buscan la ganancia económica por sobre todo ya sea incorporando técnicas no tradicionales y mercancía importada, como chalecos, ponchos y todo lo que se ve en los puestos que están a la entrada.

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